martes, 30 de junio de 2009

Wild Bill Hickok
















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Wild Bill Hickok

El Hombre detrás del mito.


Will Bill Hickok, nació en Troy Grove Illinois, el 27 de mayo de 1837.
Su verdadero nombre era James Buttler Hickok, tuvo cuatro hermanos y dos hermanas. Sus padres Alonzo Hickok y Polly Butler eran dos devotos baptistas que solo esperaban por parte de Bill y sus hermanos que cumplieran con sus labores en la granja y asistieran a misa todos los domingos.
Los padres, además, controlaban la estación ferroviaria en la clandestinidad desde la que ayudaban a muchos esclavos negros a escapar del sur.
Fue en una de estas ocasiones donde el joven Bill tuvo las primeras escaramuzas con fuego enemigo al verse perseguidos, él y su padre, por agentes de la ley que sospecharon que en su carreta llevaban algo mas que paja.
Bill pronto se enamoró de las armas y comenzó a practicar con todo bicho viviente que aparecía por la granja. Aunque la idea romántica que Bill tenia del Salvaje Oeste nunca le sentó bien a su padre, a pesar de las protestas de éste, ya en su juventud Bill comenzó a ser reconocido como un tirador fuera de serie.
Cuando Bill contaba 14 años, su padre fue asesinado debido a sus ideas abolicionistas.
Tres años mas tarde Bill, abandona la granja y se va a trabajar como conductor de un towpath en el canal Illinois-Michigan.
En 1855 Hickok comenzó a trabajar como conductor de diligencia en la ruta Santa Fe-Oregón, un empleo duro y de mucho riesgo. Allí conoce a William Coody, quien más tarde seria conocido como Buffalo Bill.
Las diligencias eran atacadas con frecuencia por bandidos e indios, lo que hacia que el trabajar en ellas fuera duro y peligroso. Por ello Bill, comenzó a desarrollar una fuerte hostilidad ante esta clase de ataques y muy pronto su nombre comenzó a sonar con fuerza por su certera y letal puntería.

Cuenta la leyenda que un día durante uno de esos, duros y arriesgados viajes, se rompió la diligencia y se les echó la noche encima, esperando a que amaneciera para poder buscar ayuda, Bill se echó a dormir fuera del coche junto a unos matorrales mientras los pasajeros dormían en el interior del mismo. A eso de la media noche, estos oyeron unos fuertes ruidos en el exterior que los sobresaltó, salieron fuera mientras uno de los pasajeros encendía una lámpara de queroseno para poder ver lo que sucedía. La escena que vieron los dejó horrorizados. Wild Bill, armado solo su cuchillo de cazador, se encontraba enzarzado en una feroz pelea con un oso pardo, cuando la lucha entre el hombre y la fiera concluyó, pudieron observar, con estupor, que Wild Bill estaba malherido, pero el oso yacía muerto a sus pies.
Perseguido por la ley, se hizo llamar Bill Hickok, para poder hacerse pasar por su hermano William en caso de apuro. Pronto fue conocido como Wild Bill (Bill el Salvaje). Tras esa etapa, James Butler Hickok, ya definitivamente llamado Bill, ejerció todos los menesteres que en el Oeste constituían ofertas de trabajo, desde conductor de diligencias y de carretas a cargos de comisario en pueblos de Nebraska y Kansas, pasando por: desde espía de la Unión, hasta guía del general Crook. Sin olvidar los de explorador, tirador y jugador profesional. Entre sus actividades como sheriff y su pasión por el juego, Hickok estuvo implicado en numerosos tiroteos.
En 1861 en Rock Creek Station, Nebraska, se enfrentó él solo contra la banda de los McCanles, matando a tres de ellos, incluido el jefe.
-Hay otra versión que dice que, al parecer, mató a dos disparándoles traicioneramente desde un escondrijo y al tercero, se limitó a encañonarlo con la pistola mientras dos de sus compañeros –aquí se deduce que no estaba tan solo- lo mataban con un arma tan poco convencional como un azadón-.
A finales de 1861 se unió al ejército de la Unión, donde desempeñó tareas de explorador y espía infiltrado en las líneas enemigas durante la Guerra de Secesión.
Terminada la guerra, se dedicó durante unos meses a la caza de búfalos junto a Búfalo Bill y otros compañeros y amigos del ejército.
Poco después, el 21 de julio de 1865, se batió en duelo en la ciudad de Springfield, Missouri, con otro pistolero Davis Tutt al que mató de un disparo. Este enfrentamiento se convertiría en el modelo arquetipo de duelo a pistola, muy poco habitual en el Oeste, pero que la mitología y la ficción tomarían como tópico.
Durante la guerra india de Hancock (1867) sirvió como explorador y correo del Séptimo de Caballería a las ordenes del general Windfield S. Hancock y del teniente coronel George A. Custer.
Entre los años 1867 y 1870 Wild Bill, fue sheriff del condado de Ellis, Kansas, y marshall federal de los estados Unidos, con sede en Fort Riley, Kansas, puesto en el que contó con su amigo William F. Cody, (Bufalo Bill) como ayudante.
Fue entonces cuando tuvo que enfrentarse a un camorrista borracho, llamado Bill Mulvey, que estaba armando jaleo en una cantina. Cuando le pidio que le entregara su arma, Mulvey trató de desenfundarlo, solo trató, al instante siguiente caía fulminado por un disparo de Hickok.
Un mes después, mientras Wild Bill calmaba un altercado en el saloon, uno de los alborotadores le apunto con su arma. Fue lo último que hizo.
En otra ocasión, él solo, salvó a un transportista del ejército de ser linchado por una turba.
Su notoriedad volvió a incrementarse cuando en julio de 1870 se vio envuelto en un tiroteo con soldados de permiso del Séptimo de Caballería, hiriendo a dos de ellos, uno de los cuales moriría al día siguiente.
A estas alturas Wild Bill ya era conocido en todo el Oeste, pero su fama alcanzó su cenit al ser entrevistado por el corresponsal Henry Morton (famoso autor, mas tarde, de la famosa frase “El doctor Livingstone, supongo") para el periódico en que éste trabajaba, el Weekly Missouri Democrat, Stanley quedó cautivado por la pintoresca figura del pistolero y agente de la ley, y escribió un articulo absolutamente laudatorio. Esto tuvo una gran repercusión y muchos otros periódicos de todo el país, copiando al Weekley Missouri Democrat, tomaron casi por costumbre entrevistarlo. Wild Bill no tuvo problema en recibirlos, ni en ser lo suficientemente creativo para aportar a cada uno de ellos una aventura con que poder estremecer a sus lectores.
Muchas de estas aventuras eran completamente ficticias, pero en todo caso, Hickok nunca tuvo problemas a la hora de defenderse por si mismo ante cualquier agresión. En cierta ocasión, en una visita a un amigo de la infancia que vivía en Chicago, entraron en un bar para celebrarlo, Tras unos tragos, decidieron echar una partida de billar, en ello estaban cuando un nutrido grupo de muchachos de la localidad comenzó a burlarse de la ropa de Wild Bill, que iba vestido con unos pantalones de gamuza con flecos y mocasines, El mas gallito le preguntó: Oye, ¿es verdad que en el Oeste en el que tú vives, todos os vestís con pieles sin curtir y os limpiáis los dientes con un cuchillo bowie? “No, pero todos los que somos del Oeste sabemos quien es nuestro padre” La consiguiente pelea que se armó, terminó con una lección magistral por parte de Hickok, acerca de las contundentes utilidades de los tacos de billar.

En 1871 sucedió al infortunado Tom Bear River Smith, asesinado en noviembre de 1870, como marshal de Abilene, A diferencia de su antecesor que patrullaba la ciudad a caballo, Hickok optó por no moverse del saloon El Álamo, donde pasaba la jornada y algunas horas extras jugando al póquer. Hickok en cuanto divisaba un visitante indeseable en la ciudad, se le enfrentaba y la daba a elegir: “O te vas de la ciudad en el tren del este, o te vas en el del oeste, o por la mañana te iras al norte. Este norte era una alusión que todos comprendían, al norte de la ciudad estaba el cementerio. Puestas así las cosas y ayudado por su reputación cimentada en la facilidad con que podía colocar una bala entre ceja y ceja, eran pocos los que no atendían el requerimiento del marshal.

No obstante en diciembre de ese mismo año y a causa de un desafortunado accidente donde mató involuntariamente a su ayudante, fue cesado como sheriff de Abilene, de allí se marchó a Kansas City, donde perdió todo su dinero en las mesas de juego. A causa de esto, acuciado por las deudas tuvo que aceptar participar en dos representaciones teatrales sobre El Salvaje Oeste, dirigidas por el coronel Sydney Barnett, celebradas en las cataratas del Niágara en agosto de 1872.

De este trabajo, nació en él un odio visceral hacia los escenarios, pero las deudas le seguían acuciando y en septiembre 1873, no le quedó mas remedio que aceptar una oferta de su amigo Buffalo Bill, para actuar en su espectáculo “Explorador de las Llanuras”, allí estuvo ocho meses. Al marcharse, jurando no volver nunca mas a los escenarios, le dejó claro a Coody que todo aquello le parecía una farsa.

Los dos años siguientes, 1874 y 1875 los pasó ente Cheyenne y Wyoming. Allí se encontró con Agnes Lake Thatcher, una viuda a quien ya había conocido en Abilene años atrás. Agnes tenía fama mundial como amazona, funambulista, bailarina y domadora de leones y era, a la sazón, propietaria de un circo. Se casaron en marzo de 1876 y tras una corta luna de miel de dos semanas, Hickok dejó a su flamante esposa para acudir a la fiebre del oro de las Colinas Negras. Agnes jamás lo volvería a ver.

Bill, llego a Deadwood (Dakota en 1876 donde, el 2 de agosto de ese año, moriría asesinado durante una partida de póquer en un saloon, a manos de un jugador resentido llamado Jack McCall, quien le disparó un tiro en la nuca. Bill, en la mesa de juego, solía sentarse dando la espalda a la pared para evitar así “sorpresas” traicioneras pero ese día al ser el ultimo en sentarse a la mesa no pudo hacerlo.
Según la leyenda en el momento de ser asesinado tenía una doble pareja de ases y ochos; desde entonces, esta jugada es conocida como "La Mano del Muerto".

MacCall confesó que lo había asesinado porque quería hacerse famoso. Lo consiguió doblemente. Por este crimen fue juzgado y condenado a la horca en Yancton, Dakota, en marzo de 1877.

Wild Bill Hickok ha pasado a la historia como el príncipe de los pistoleros.
De un metro ochenta de estatura, derramaba sobre sus anchos hombros una castaña y rizada cabellera y hacía ostentación de un poblado mostacho, muy a la moda de la época. Vestía tanto de vaquero como de ciudadano, con refinado atildamiento, con ropas de ante o, quizás, con una larga levita y un elegante chaleco sobre una camisa blanca plisada adornada con una corbata de lazo, tocado con un sombrero de copa baja y calzado siempre con botas tachonadas y llamativas espuelas. Llevaba permanentemente un par de pistolas de las que no se separaba ni a la hora de dormir.
Como persona, la gente lo definía como cortes, amistoso y muy fiable. Como agente de la ley era efectivo pero muy tolerante y relajado. Para él, la función por la que le pagaban consistía en mantener la ley y el orden, no controlar la moral ni las costumbres locales.

Su sola reputación, en la mayoría de los casos, fue suficiente para mantener la paz.

Su apodo ("Wild Bill" significa "Bill el salvaje") ha inspirado multitud de apodos similares en otros personajes también llamados William (aunque, en realidad, éste no fuera su nombre) que han destacado por su arrojo en sus respectivas áreas. El caballo de Hickok se llamaba Black Nell, y sus armas favoritas fueron dos revólveres Colt 1851 Navy con empuñadura de marfil, aunque casi siempre utilizó otras en los duelos que le hicieron célebre.

En su biografía el general Custer escribiría sobre Hickok:
A pie o a caballo, fue uno de los más perfectos ejemplos de masculinidad que he visto jamás. Sobre su valor no cabe tener duda alguna. Su habilidad en el uso del rifle o la pistola lo hacían infalible. Su comportamiento estaba totalmente desprovisto de cualquier bravuconería. Nunca habló de si mismo a menos que se le requiriese. Su conversación nunca caía en la vulgaridad ni en la blasfemia. Su influencia entre los hombres de la frontera no tenia limites; su palabra era ley, y fueron muchas las discusiones y los problemas personales entre sus compañeros que solucionó simplemente diciendo “ya está bien” y, si era necesario, advirtiendo que el que no lo dejara estar “se las tendrá que ver conmigo”

Su figura apareció en infinidad de “comics” y películas, desgraciadamente ninguna le hace justicia. La mejor, posiblemente sea Buffalo Bill, donde es interpretado por Gary Cooper.

jueves, 9 de abril de 2009

El Álamo.





















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El Álamo.

El mito y la leyenda de El Álamo, es el comienzo de la historia de Texas.
El asedio duró 13 días. Desde el martes 23 de febrero al domingo 6 de marzo de 1836.
Tanto el asedio como la batalla final de El Álamo, constituyen una de las más famosas épicas militares de la historia de Texas.
La batalla estuvo plagada, entre sus combatientes, con nombres de personajes ilustres en la historia de la conquista del Oeste Americano. Hombres como David Crockett, trampero, cazador y explorador, aunque, en aquel momento, era diputado al congreso por Tenessee, James Bowie, audaz e intrépido aventurero y William Barret Travis comandante del fuerte que se gano un nombre en la historia por la heroica resistencia que supo oponer en las condiciones mas adversas y ante un enemigo con unas fuerzas infinitamente superiores tanto en numero como en efectivos.
Esto en el bando tejano, en cuanto al ejercito mexicano estaba mandado por el general Antonio López de Santa Ana. Más tarde incombustible presidente de México.
Para muchos americanos y la mayoría de los tejanos, esta batalla ha pasado a ser el mayor símbolo del sacrificio por la patria.
Con la batalla del Álamo, igual que con muchos otros hechos legendarios, el mito ha sobrepasado a la realidad y la leyenda ha oscurecido el histórico evento.

Para entender la realidad de la batalla tendremos que fijarnos primero en su estratégico contesto en la revolución de Texas.

A principios del siglo XVI, España reclamo por primera vez aquellos territorios para la Corona, después de que 15 familias españolas procedentes del archipiélago canario llegaran a colonizar la región. Desde entonces y hasta principios del siglo XIX, ciudades como San Antonio de Béjar, con cerca de 7.000 habitantes, son un ejemplo de en lo que se había convertido el territorio que aglutinaba no solo a descendientes de españoles, sino también a mexicanos y, sobre todo, a colonos americanos que en el año 1821 sumaban ya un numero considerable.
El principal impulsor de la inmigración anglosajona fue Stephen Austin. Su padre estuvo entre los primeros que a principios del siglo XIX solicitaron a los españoles un permiso especial para que 300 familias anglosajonas se asentaran en la región después de haber comprado grandes extensiones de tierra.
Tras la muerte de su padre, Stephen Austin continuó con el trabajo de su progenitor y solicito permiso, ya a los mexicanos, para que 1.000 familias más, también se instalaran en la región siguiendo el mismo procedimiento. En pocos años los colonos superaban en cinco a uno a los mexicanos. Y, además, muchos habían prosperado de manera notoria.
Y así, lenta pero constantemente, fueron llegando nuevos colonos alentados por la riqueza, y las principales ciudades fueron creciendo al abrigo de los intercambios comerciales con, la cada vez más evidente, americanización de la zona.
Fue entonces cuando los mexicanos empezaron a contemplar con preocupación ciertos movimientos y comenzó a surgir la creencia de que Estados Unidos estaba detrás de ciertas actuaciones encaminadas a la apropiación de Texas. Ciertamente no estaban equivocados, ya que bajo el gobierno del presidente Andrew Jackson, la nación americana se encontraba en continua expansión hacia el sur y el oeste.
La debilidad del gobierno mexicano, que hacia poco más de una docena de años se había independizado de España, permitió que los colonos no solo implantaran su forma de vida, sino que, además, diseñaran y aprobaran un sistema de autogobierno liberal.
Para cuando los mexicanos quisieron darse cuenta de su torpeza, las cosas ya habían llegado demasiado lejos y los “nuevos tejanos”, (No solo colonos americanos, sino también ingleses, escoceses, alemanes y de otras muchas partes del mundo, que también habían inmigrado a la región) no estaban dispuestos a dar marcha atrás.
La Declaración de Independencia de Texas se redacto en algo menos de dos semanas. El hombre que se iba a enfrentar a esta amenaza era Antonio López de Santa Ana y Pérez de Lebrón.

En 1835 el Ejercito Federal de Tejanos inmigrantes, americanos voluntarios y sus aliados tejanos, habían capturado el pueblo, a las fuerzas Centralistas, durante el asedio de Béjar. Tras aquella victoria muchos de los voluntarios tejanos del Ejercito del Pueblo, “Army of the people” dejaron el servicio activo y regresaron con sus familias. No obstante muchos oficiales del Gobierno Provisional temían que las fuerzas Centralistas efectuaran una contraofensiva en primavera.
Para llegar a Texas desde el interior de Méjico, había dos rutas principales. Una era la ruta de Atascosito que se extendía desde Matamoros en el Rió Grande, hacia el norte, pasando por San Patricio, Goliad, Victoria y finalmente moría en el corazón de la Colonia Austin. La segunda era la Vieja Ruta de San Antonio, este era el Camino Real que cruzaba Rió Grande por el Paso de Francia, (Cruce de San Antonio) y se extendía hacia el noroeste a través de San Antonio de Béjar, Bastrops, Nacodogches, San Agustín y a través del Rió Sabine, se adentraba en Luisiana.
Dos fuertes bloqueaban el paso hacia Texas: Presidio La Bahía, (Presidio de Nuestra Señora de Loreto) en Goliad y El Álamo en San Antonio. Cada uno de ellos funcionaba como un paso fronterizo, preparado para alertar a los asentamientos tejanos de cualquier avance enemigo.
La guarnición de San Antonio de Béjar, sin embargo, alejada de la mayoría de los asentamientos, sufría la escasez y falta de pertrechos y provisiones más básicas. Tales eran sus necesidades que, su comandante James Clinton Neill, envió un lúgubre mensaje al Gobierno Provisional: Si no somos reforzados pronto, en caso de ataque, seremos presa fácil para el enemigo.
A mediados de enero Sam Houston, comenzó a cuestionarse si era sensato seguir teniendo una guarnición en San Antonio, y el 17 remitió un informe al gobernador Henry Smith, advirtiéndole de que el Coronel James Bowie y su compañía de voluntarios habían abandonado San Antonio.
Luego pedía la autorización de Smith para volar el Álamo y abandonar el lugar, pero a éste pareció no gustarle la idea y la denegó.
Mientras tanto en el fuerte, Neill argumento con Bowie, la importancia que tenía el dejar el Camino Real desguarnecido y convenció a éste de que El Álamo era la única defensa que había entre el enemigo y los Anglo-asentamientos. El 2 de febrero era el propio Bowie quien escribía a Smith, diciendole que, él y Neill, habían resuelto morir en aquel agujero antes que abandonar el Puesto.
Poco mas tarde Neill, protestaba a Smith, que su necesidad de caballos era tanta que incluso no podía permitirse el mandar una pequeña compañía a espiar al enemigo.
Como resultado de ello, Smith envió al Coronel William B. Travis y su Legión de Caballería. Aunque la “Legión de Caballería” se componía de tan solo 30 hombres.
Algunos hombres más iban llegando al fuerte. El 8 de febrero llegaba David Crockett, con un grupo de voluntarios.
El 14 de febrero Neill, tiene que abandonar el fuerte, debido a la enfermedad de un miembro de su familia que lo necesita urgentemente. Deja en su lugar, al mando del fuerte, al Coronel Travis.
Es entonces cuando se enteran de que el General Santa Ana al mando de sus fuerzas Centralistas ha alcanzado el Rió Grande. Travis cree que Santa Ana no será capaz de alcanzar el fuerte hasta, por lo menos, el 15 de marzo. Pero Santa Ana consigue llegar al lugar el 23 de febrero.

Mientras los tejanos se reagrupaban en El Álamo, el General Travis despachaba una misiva urgente a la guarnición de la ciudad de Gonzáles. Tenemos a la vista una gran fuerza enemiga. Necesitamos urgentemente hombres y provisiones. Aquí tengo 150 hombres determinados a defender la guarnición hasta el final.
Tanto Travis como Bowie, comprendían que el Alamo no podría resistir sin nuevos refuerzos. Su suerte ahora dependía del Concejo General de San Felipe. De Fannin en Goliad y de otras fuerzas tejanas voluntarias que pudieran acudir en su ayuda.
Santa Ana manda un mensajero al Álamo, con la orden de que se rindan. Travis le responde con un cañonazo.
Con una respuesta tan contundente no cabe lugar a duda de cuales son las intenciones de los defensores del fuerte.

La artillería mejicana comienza entonces a disparar masivamente tratando de derribar las murallas del Álamo.
Santa Ana pensaba que, después de un intenso bombardeo y con las murallas derruidas, la guarnición no tendría otra opción que rendirse a la vista de tan absoluta desventaja.
Para los tejanos dentro del fuerte solo quedaba una esperanza, que los refuerzos fuesen capaces de romper el cerco.
El 24 de febrero Bowie cae enfermo y Travis toma el mando completo del fuerte.
El 5 de marzo, después de 12 días de asedio, el General Santa Ana, anuncia un asalto, para el día siguiente.
Esta declaración deja atónitos a los oficiales del ejército mejicano. Las murallas del fuerte se estaban desplomando, el enemigo no había recibido columna tejana de refuerzo alguna, los defensores del fuerte pronto se quedarían sin provisiones y entonces no tendrían otra alternativa más que rendirse. Solo había que esperar.
Estas debieran ser justificaciones más que suficientes, para no exponer a los infantes mejicanos a un ataque a pecho descubierto sobre una fortificación erizada de cañones.
Pero el obcecado Santa Ana, no lo vio así, y el domingo 6 de marzo a las 5 de la madrugada, las columnas mejicanas compuestas por 1.800 infantes avanzaron contra las derruidas murallas de El Álamo.
Cuando estuvieron al alcance de los cañones y rifles de los tejanos, estos abrieron fuego a discreción y una lluvia de disparos se abatió sobre la infantería mejicana.
Los soldados mejicanos caían como juncos azotados por el viento, no obstante se reagrupaban y seguían avanzando.
En medio de una lluvia de balas y fuego de cañones, las columnas mejicanas siguieron avanzando airosamente hacia la fortaleza. Habiendo alcanzado a la base de las paredes, los soldados, algunos de ellos estimulados por el valor y otros por la furia, entraron en los principales puntos donde el enemigo se había atrincherado y de donde provenía un fuego infernal. Detrás de estos llegaron nuevas oleadas, que se acercaron con furia a las puertas y a las ventanas, disparando indiscriminadamente contra amigos y enemigos y de esa manera las perdidas mejicanas aumentaron penosamente. Algunos soldados mexicanos consiguieron darle la vuelta a los cañones enemigos y comenzaron a disparar sobre los edificios, llevándose la vida de todo aquél que se encontraron por delante. Algunos fueron pisoteados hasta la muerte. La carnicería era horrible y el tumulto y el desorden tan espantosos que parecía que el infierno hubiera descendido sobre el lugar.

Curiosamente, la parte mas débil de la fortificación estaba siendo la mas difícil de asaltar. La doble empalizada con estacas afiladas situada junta a la iglesia estaba defendida por 4 cañones y por los mejores tiradores de David Crockett, que repelían asalto tras asalto. La mayoría de los defensores de El Álamo habían acudido a la batalla llevando sus propias armas, de las que la mas habitual era el rifle Kentucky, un arma genuinamente americana diseñada durante la época de las colonias.

William Barret Travis fue de los primeros en caer. Un oficial del ejército mexicano, José Enrique de la Peña, relata así su final: Habían reforzado las puertas y cavado en varios hoyos formando trincheras, las cuales, ahora, no les servían de mucho. No todos se refugiaron en ellas, algunos se quedaron a cuerpo descubierto, mirándonos antes de abrir fuego, como asombrados de nuestra valentía. Travis pareció dudar, pero no ante la muerte que el había escogido. Dio unos pasos hacia nosotros y se planto, y levantado su cara, nos miro orgullosamente y abrió fuego. Lucho como un valiente y al final murió vendiendo cara su vida, como el gran soldado que era. Ninguno de sus hombres murió más heroicamente, y todos murieron. Travis se portó como un héroe y en justicia lo fue, pues con un puñado de hombres indisciplinados y muy exiguos de provisiones y munición decidió hacer frente a todo un ejército muy superior, tanto en número como en avituallamiento.

Bowie, según un testimonio, no pudo participar activamente en el combate debido a su enfermedad, no murió peleando con su famoso cuchillo en la mano. Espero recostado sobre su cama con las pistolas cargadas que David Crockett le había dado el día anterior para que se defendiera. Cuando los mexicanos entraron en el aposento, Bowie disparo matando a dos soldados, mientras era atravesado de muerte por las bayonetas. Candelaria una mujer mexicana que cuidaba de Bowie en aquel momento, declaro que éste, antes de morir, todavía tuvo tiempo de matar con su cuchillo a otro soldado mexicano.

Sobre la muerte de David Crockett, hay diferentes versiones:
Obviando el estruendo de la furiosa batalla que se estaba librando a sus espaldas, él y sus hombres seguían concentrados en la defensa de la empalizada, hasta que una bala de cañón destrozo el muro que unía las barracas y el hospital y por el hueco, la infantería mexicana empezó a entrar a raudales. Uno de los cuatro cañones de Crockett se giro y disparo a quemarropa sobre aquella masa humana mandada por el coronel Juan Morales. El primer asalto fue repelido y la infantería mexicana retrocedió buscando refugio, pero pronto, animados por los oficiales, se lanzaron de nuevo a la carga con renovados bríos. Ante aquella avalancha, los hombres de Crockett, se retiraron hasta la puerta de roble de la iglesia. Desde allí los voluntarios de Tennessee abrieron fuego, pero pronto fueron arrollados y la lucha cuerpo a cuerpo se estableció hasta que el último cayó.
Dicen que Crockett, antes de caer, lucho como un león dando culatazos a diestro y siniestro a pasar de sufrir numerosas heridas de bala y bayoneta.

Esta es la versión preferida por los tejanos, pero hay otras más por parte de los mexicanos en las que dicen que fue capturado con vida junto con varios defensores más y que fueron torturados y al final, fusilados o ensartados por las bayonetas.

Oficialmente la versión mas extendida es la que sigue:
Al final, solo siete hombres sobrevivieron a la carnicería, y bajo la protección del General Castrillón, fueron conducidos ante Santa Ana, entre ellos había uno de gran estatura y porte, en cuyo rostro se dibujaba la impronta de la adversidad, pero también una gran resignación y nobleza, algo que habla mucho en su honor. Era el naturalista David Crocktt, un hombre muy conocido en Norte América por lo inusual de sus aventuras como explorador y cazador de pieles.
Santa Ana respondió a la defensa que Castrillón hizo sobre Crockett, con un gesto de indignación y dirigiéndose a los zapadores, las tropas mas allegadas a él, ordeno su ejecución. La mayoría de los comandantes y oficiales mexicanos no estaban en absoluto de acuerdo con aquello y esperaban que no se llevara acabo una vez se hubiesen calmado los ánimos.
Pero unos pocos oficiales, “palmeros” del General, para complacer a éste, se lanzaron sobre los indefensos prisioneros espada en mano, como los tigres sobre su presa, consiguiendo, de este modo, notoriedad por haber perpetrado la mas grande infamia y crueldad que cualquier soldado pueda cometer.

Y aunque aquellos desafortunados fueron torturados antes de ser asesinados, supieron morir sin una queja y sin humillarse jamás ante sus torturadores.

Al final de la batalla los soldados mexicanos enterraron a sus camaradas caídos, pero Santa Ana ordeno que, los cadáveres de los defensores fueran quemados. Los cadáveres fueron apilados en tres montones a los que se les añadió leña y se les prendió fuego, estuvieron ardiendo durante dos días seguidos y el hedor de la carne quemada llegaba hasta el mismo pueblo.
Los mexicanos ganaron aquella batalla tan costosa para ellos, pero no la guerra y Sam Houston acabó dándoles la puntilla en la batalla de San Jacinto, al grito de, ¡Recordad El Álamo! ¡Recordad Goliad!

Finalmente Samuel Houston se convirtió en el primer presidente de la nueva republica de Texas, en 1836. Volvió a ser reelegido en 1841. Cuatro años más tarde fue nombrado senador por Texas tras la anexión del territorio a Estados Unidos.

Él apoyó, por cierto, las primeras escaramuzas de la guerra y la invasión de México por parte de los Estados Unidos, con la que estos últimos no sólo se anexionaron Texas, sino grandes territorios pertenecientes a México.
De esta forma México un país soberano, fue despojado de lo que hoy es Nevada, Arizona, Utah y California. Pero esa es otra historia.

Y en cuanto a la batalla de El Álamo, aun hoy sigue siendo, para muchos, el símbolo de la lucha por la libertad.


Pero es que, incluso, la libertad es subjetiva, dependiendo del lado en que se la mire, Sam Houston, al igual que todos aquéllos hombres pelaron y murieron por la libertad de Texas. Pelearon para que Texas se independizara de México, pero a nadie le importó la libertad de Texas, nueve años mas tarde, cuando Texas, pasó a formar parte de los Estados Unidos de América.


Nota de autor:
Texas: es el segundo mayor estado de los Estados Unidos de América tanto en territorio como en población, abarca 696,200 km² y posee una creciente población de 24,3 millones de personas.

Sobre esta historia hay, además de infinidad de libros, varias películas. De las cuales, para mi, la mejor sigue siendo la interpretada por John Wayne, en el papel de Crockett y Richard Wirdmark, como Bowie.