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El Álamo.
El mito y la leyenda de El Álamo, es el comienzo de la historia de Texas.
El asedio duró 13 días. Desde el martes 23 de febrero al domingo 6 de marzo de 1836.
Tanto el asedio como la batalla final de El Álamo, constituyen una de las más famosas épicas militares de la historia de Texas.
La batalla estuvo plagada, entre sus combatientes, con nombres de personajes ilustres en la historia de la conquista del Oeste Americano. Hombres como David Crockett, trampero, cazador y explorador, aunque, en aquel momento, era diputado al congreso por Tenessee, James Bowie, audaz e intrépido aventurero y William Barret Travis comandante del fuerte que se gano un nombre en la historia por la heroica resistencia que supo oponer en las condiciones mas adversas y ante un enemigo con unas fuerzas infinitamente superiores tanto en numero como en efectivos.
Esto en el bando tejano, en cuanto al ejercito mexicano estaba mandado por el general Antonio López de Santa Ana. Más tarde incombustible presidente de México.
Para muchos americanos y la mayoría de los tejanos, esta batalla ha pasado a ser el mayor símbolo del sacrificio por la patria.
Con la batalla del Álamo, igual que con muchos otros hechos legendarios, el mito ha sobrepasado a la realidad y la leyenda ha oscurecido el histórico evento.
Para entender la realidad de la batalla tendremos que fijarnos primero en su estratégico contesto en la revolución de Texas.
A principios del siglo XVI, España reclamo por primera vez aquellos territorios para la Corona, después de que 15 familias españolas procedentes del archipiélago canario llegaran a colonizar la región. Desde entonces y hasta principios del siglo XIX, ciudades como San Antonio de Béjar, con cerca de 7.000 habitantes, son un ejemplo de en lo que se había convertido el territorio que aglutinaba no solo a descendientes de españoles, sino también a mexicanos y, sobre todo, a colonos americanos que en el año 1821 sumaban ya un numero considerable.
El principal impulsor de la inmigración anglosajona fue Stephen Austin. Su padre estuvo entre los primeros que a principios del siglo XIX solicitaron a los españoles un permiso especial para que 300 familias anglosajonas se asentaran en la región después de haber comprado grandes extensiones de tierra.
Tras la muerte de su padre, Stephen Austin continuó con el trabajo de su progenitor y solicito permiso, ya a los mexicanos, para que 1.000 familias más, también se instalaran en la región siguiendo el mismo procedimiento. En pocos años los colonos superaban en cinco a uno a los mexicanos. Y, además, muchos habían prosperado de manera notoria.
Y así, lenta pero constantemente, fueron llegando nuevos colonos alentados por la riqueza, y las principales ciudades fueron creciendo al abrigo de los intercambios comerciales con, la cada vez más evidente, americanización de la zona.
Fue entonces cuando los mexicanos empezaron a contemplar con preocupación ciertos movimientos y comenzó a surgir la creencia de que Estados Unidos estaba detrás de ciertas actuaciones encaminadas a la apropiación de Texas. Ciertamente no estaban equivocados, ya que bajo el gobierno del presidente Andrew Jackson, la nación americana se encontraba en continua expansión hacia el sur y el oeste.
La debilidad del gobierno mexicano, que hacia poco más de una docena de años se había independizado de España, permitió que los colonos no solo implantaran su forma de vida, sino que, además, diseñaran y aprobaran un sistema de autogobierno liberal.
Para cuando los mexicanos quisieron darse cuenta de su torpeza, las cosas ya habían llegado demasiado lejos y los “nuevos tejanos”, (No solo colonos americanos, sino también ingleses, escoceses, alemanes y de otras muchas partes del mundo, que también habían inmigrado a la región) no estaban dispuestos a dar marcha atrás.
La Declaración de Independencia de Texas se redacto en algo menos de dos semanas. El hombre que se iba a enfrentar a esta amenaza era Antonio López de Santa Ana y Pérez de Lebrón.
En 1835 el Ejercito Federal de Tejanos inmigrantes, americanos voluntarios y sus aliados tejanos, habían capturado el pueblo, a las fuerzas Centralistas, durante el asedio de Béjar. Tras aquella victoria muchos de los voluntarios tejanos del Ejercito del Pueblo, “Army of the people” dejaron el servicio activo y regresaron con sus familias. No obstante muchos oficiales del Gobierno Provisional temían que las fuerzas Centralistas efectuaran una contraofensiva en primavera.
Para llegar a Texas desde el interior de Méjico, había dos rutas principales. Una era la ruta de Atascosito que se extendía desde Matamoros en el Rió Grande, hacia el norte, pasando por San Patricio, Goliad, Victoria y finalmente moría en el corazón de la Colonia Austin. La segunda era la Vieja Ruta de San Antonio, este era el Camino Real que cruzaba Rió Grande por el Paso de Francia, (Cruce de San Antonio) y se extendía hacia el noroeste a través de San Antonio de Béjar, Bastrops, Nacodogches, San Agustín y a través del Rió Sabine, se adentraba en Luisiana.
Dos fuertes bloqueaban el paso hacia Texas: Presidio La Bahía, (Presidio de Nuestra Señora de Loreto) en Goliad y El Álamo en San Antonio. Cada uno de ellos funcionaba como un paso fronterizo, preparado para alertar a los asentamientos tejanos de cualquier avance enemigo.
La guarnición de San Antonio de Béjar, sin embargo, alejada de la mayoría de los asentamientos, sufría la escasez y falta de pertrechos y provisiones más básicas. Tales eran sus necesidades que, su comandante James Clinton Neill, envió un lúgubre mensaje al Gobierno Provisional: Si no somos reforzados pronto, en caso de ataque, seremos presa fácil para el enemigo.
A mediados de enero Sam Houston, comenzó a cuestionarse si era sensato seguir teniendo una guarnición en San Antonio, y el 17 remitió un informe al gobernador Henry Smith, advirtiéndole de que el Coronel James Bowie y su compañía de voluntarios habían abandonado San Antonio.
Luego pedía la autorización de Smith para volar el Álamo y abandonar el lugar, pero a éste pareció no gustarle la idea y la denegó.
Mientras tanto en el fuerte, Neill argumento con Bowie, la importancia que tenía el dejar el Camino Real desguarnecido y convenció a éste de que El Álamo era la única defensa que había entre el enemigo y los Anglo-asentamientos. El 2 de febrero era el propio Bowie quien escribía a Smith, diciendole que, él y Neill, habían resuelto morir en aquel agujero antes que abandonar el Puesto.
Poco mas tarde Neill, protestaba a Smith, que su necesidad de caballos era tanta que incluso no podía permitirse el mandar una pequeña compañía a espiar al enemigo.
Como resultado de ello, Smith envió al Coronel William B. Travis y su Legión de Caballería. Aunque la “Legión de Caballería” se componía de tan solo 30 hombres.
Algunos hombres más iban llegando al fuerte. El 8 de febrero llegaba David Crockett, con un grupo de voluntarios.
El 14 de febrero Neill, tiene que abandonar el fuerte, debido a la enfermedad de un miembro de su familia que lo necesita urgentemente. Deja en su lugar, al mando del fuerte, al Coronel Travis.
Es entonces cuando se enteran de que el General Santa Ana al mando de sus fuerzas Centralistas ha alcanzado el Rió Grande. Travis cree que Santa Ana no será capaz de alcanzar el fuerte hasta, por lo menos, el 15 de marzo. Pero Santa Ana consigue llegar al lugar el 23 de febrero.
Mientras los tejanos se reagrupaban en El Álamo, el General Travis despachaba una misiva urgente a la guarnición de la ciudad de Gonzáles. Tenemos a la vista una gran fuerza enemiga. Necesitamos urgentemente hombres y provisiones. Aquí tengo 150 hombres determinados a defender la guarnición hasta el final.
Tanto Travis como Bowie, comprendían que el Alamo no podría resistir sin nuevos refuerzos. Su suerte ahora dependía del Concejo General de San Felipe. De Fannin en Goliad y de otras fuerzas tejanas voluntarias que pudieran acudir en su ayuda.
Santa Ana manda un mensajero al Álamo, con la orden de que se rindan. Travis le responde con un cañonazo.
Con una respuesta tan contundente no cabe lugar a duda de cuales son las intenciones de los defensores del fuerte.
La artillería mejicana comienza entonces a disparar masivamente tratando de derribar las murallas del Álamo.
Santa Ana pensaba que, después de un intenso bombardeo y con las murallas derruidas, la guarnición no tendría otra opción que rendirse a la vista de tan absoluta desventaja.
Para los tejanos dentro del fuerte solo quedaba una esperanza, que los refuerzos fuesen capaces de romper el cerco.
El 24 de febrero Bowie cae enfermo y Travis toma el mando completo del fuerte.
El 5 de marzo, después de 12 días de asedio, el General Santa Ana, anuncia un asalto, para el día siguiente.
Esta declaración deja atónitos a los oficiales del ejército mejicano. Las murallas del fuerte se estaban desplomando, el enemigo no había recibido columna tejana de refuerzo alguna, los defensores del fuerte pronto se quedarían sin provisiones y entonces no tendrían otra alternativa más que rendirse. Solo había que esperar.
Estas debieran ser justificaciones más que suficientes, para no exponer a los infantes mejicanos a un ataque a pecho descubierto sobre una fortificación erizada de cañones.
Pero el obcecado Santa Ana, no lo vio así, y el domingo 6 de marzo a las 5 de la madrugada, las columnas mejicanas compuestas por 1.800 infantes avanzaron contra las derruidas murallas de El Álamo.
Cuando estuvieron al alcance de los cañones y rifles de los tejanos, estos abrieron fuego a discreción y una lluvia de disparos se abatió sobre la infantería mejicana.
Los soldados mejicanos caían como juncos azotados por el viento, no obstante se reagrupaban y seguían avanzando.
En medio de una lluvia de balas y fuego de cañones, las columnas mejicanas siguieron avanzando airosamente hacia la fortaleza. Habiendo alcanzado a la base de las paredes, los soldados, algunos de ellos estimulados por el valor y otros por la furia, entraron en los principales puntos donde el enemigo se había atrincherado y de donde provenía un fuego infernal. Detrás de estos llegaron nuevas oleadas, que se acercaron con furia a las puertas y a las ventanas, disparando indiscriminadamente contra amigos y enemigos y de esa manera las perdidas mejicanas aumentaron penosamente. Algunos soldados mexicanos consiguieron darle la vuelta a los cañones enemigos y comenzaron a disparar sobre los edificios, llevándose la vida de todo aquél que se encontraron por delante. Algunos fueron pisoteados hasta la muerte. La carnicería era horrible y el tumulto y el desorden tan espantosos que parecía que el infierno hubiera descendido sobre el lugar.
Curiosamente, la parte mas débil de la fortificación estaba siendo la mas difícil de asaltar. La doble empalizada con estacas afiladas situada junta a la iglesia estaba defendida por 4 cañones y por los mejores tiradores de David Crockett, que repelían asalto tras asalto. La mayoría de los defensores de El Álamo habían acudido a la batalla llevando sus propias armas, de las que la mas habitual era el rifle Kentucky, un arma genuinamente americana diseñada durante la época de las colonias.
William Barret Travis fue de los primeros en caer. Un oficial del ejército mexicano, José Enrique de la Peña, relata así su final: Habían reforzado las puertas y cavado en varios hoyos formando trincheras, las cuales, ahora, no les servían de mucho. No todos se refugiaron en ellas, algunos se quedaron a cuerpo descubierto, mirándonos antes de abrir fuego, como asombrados de nuestra valentía. Travis pareció dudar, pero no ante la muerte que el había escogido. Dio unos pasos hacia nosotros y se planto, y levantado su cara, nos miro orgullosamente y abrió fuego. Lucho como un valiente y al final murió vendiendo cara su vida, como el gran soldado que era. Ninguno de sus hombres murió más heroicamente, y todos murieron. Travis se portó como un héroe y en justicia lo fue, pues con un puñado de hombres indisciplinados y muy exiguos de provisiones y munición decidió hacer frente a todo un ejército muy superior, tanto en número como en avituallamiento.
Bowie, según un testimonio, no pudo participar activamente en el combate debido a su enfermedad, no murió peleando con su famoso cuchillo en la mano. Espero recostado sobre su cama con las pistolas cargadas que David Crockett le había dado el día anterior para que se defendiera. Cuando los mexicanos entraron en el aposento, Bowie disparo matando a dos soldados, mientras era atravesado de muerte por las bayonetas. Candelaria una mujer mexicana que cuidaba de Bowie en aquel momento, declaro que éste, antes de morir, todavía tuvo tiempo de matar con su cuchillo a otro soldado mexicano.
Sobre la muerte de David Crockett, hay diferentes versiones:
Obviando el estruendo de la furiosa batalla que se estaba librando a sus espaldas, él y sus hombres seguían concentrados en la defensa de la empalizada, hasta que una bala de cañón destrozo el muro que unía las barracas y el hospital y por el hueco, la infantería mexicana empezó a entrar a raudales. Uno de los cuatro cañones de Crockett se giro y disparo a quemarropa sobre aquella masa humana mandada por el coronel Juan Morales. El primer asalto fue repelido y la infantería mexicana retrocedió buscando refugio, pero pronto, animados por los oficiales, se lanzaron de nuevo a la carga con renovados bríos. Ante aquella avalancha, los hombres de Crockett, se retiraron hasta la puerta de roble de la iglesia. Desde allí los voluntarios de Tennessee abrieron fuego, pero pronto fueron arrollados y la lucha cuerpo a cuerpo se estableció hasta que el último cayó.
Dicen que Crockett, antes de caer, lucho como un león dando culatazos a diestro y siniestro a pasar de sufrir numerosas heridas de bala y bayoneta.
Esta es la versión preferida por los tejanos, pero hay otras más por parte de los mexicanos en las que dicen que fue capturado con vida junto con varios defensores más y que fueron torturados y al final, fusilados o ensartados por las bayonetas.
Oficialmente la versión mas extendida es la que sigue:
Al final, solo siete hombres sobrevivieron a la carnicería, y bajo la protección del General Castrillón, fueron conducidos ante Santa Ana, entre ellos había uno de gran estatura y porte, en cuyo rostro se dibujaba la impronta de la adversidad, pero también una gran resignación y nobleza, algo que habla mucho en su honor. Era el naturalista David Crocktt, un hombre muy conocido en Norte América por lo inusual de sus aventuras como explorador y cazador de pieles.
Santa Ana respondió a la defensa que Castrillón hizo sobre Crockett, con un gesto de indignación y dirigiéndose a los zapadores, las tropas mas allegadas a él, ordeno su ejecución. La mayoría de los comandantes y oficiales mexicanos no estaban en absoluto de acuerdo con aquello y esperaban que no se llevara acabo una vez se hubiesen calmado los ánimos.
Pero unos pocos oficiales, “palmeros” del General, para complacer a éste, se lanzaron sobre los indefensos prisioneros espada en mano, como los tigres sobre su presa, consiguiendo, de este modo, notoriedad por haber perpetrado la mas grande infamia y crueldad que cualquier soldado pueda cometer.
Y aunque aquellos desafortunados fueron torturados antes de ser asesinados, supieron morir sin una queja y sin humillarse jamás ante sus torturadores.
Al final de la batalla los soldados mexicanos enterraron a sus camaradas caídos, pero Santa Ana ordeno que, los cadáveres de los defensores fueran quemados. Los cadáveres fueron apilados en tres montones a los que se les añadió leña y se les prendió fuego, estuvieron ardiendo durante dos días seguidos y el hedor de la carne quemada llegaba hasta el mismo pueblo.
Los mexicanos ganaron aquella batalla tan costosa para ellos, pero no la guerra y Sam Houston acabó dándoles la puntilla en la batalla de San Jacinto, al grito de, ¡Recordad El Álamo! ¡Recordad Goliad!
Finalmente Samuel Houston se convirtió en el primer presidente de la nueva republica de Texas, en 1836. Volvió a ser reelegido en 1841. Cuatro años más tarde fue nombrado senador por Texas tras la anexión del territorio a Estados Unidos.
Él apoyó, por cierto, las primeras escaramuzas de la guerra y la invasión de México por parte de los Estados Unidos, con la que estos últimos no sólo se anexionaron Texas, sino grandes territorios pertenecientes a México.
De esta forma México un país soberano, fue despojado de lo que hoy es Nevada, Arizona, Utah y California. Pero esa es otra historia.
Y en cuanto a la batalla de El Álamo, aun hoy sigue siendo, para muchos, el símbolo de la lucha por la libertad.
Pero es que, incluso, la libertad es subjetiva, dependiendo del lado en que se la mire, Sam Houston, al igual que todos aquéllos hombres pelaron y murieron por la libertad de Texas. Pelearon para que Texas se independizara de México, pero a nadie le importó la libertad de Texas, nueve años mas tarde, cuando Texas, pasó a formar parte de los Estados Unidos de América.
Nota de autor:
Texas: es el segundo mayor estado de los Estados Unidos de América tanto en territorio como en población, abarca 696,200 km² y posee una creciente población de 24,3 millones de personas.
Sobre esta historia hay, además de infinidad de libros, varias películas. De las cuales, para mi, la mejor sigue siendo la interpretada por John Wayne, en el papel de Crockett y Richard Wirdmark, como Bowie.
El mito y la leyenda de El Álamo, es el comienzo de la historia de Texas.
El asedio duró 13 días. Desde el martes 23 de febrero al domingo 6 de marzo de 1836.
Tanto el asedio como la batalla final de El Álamo, constituyen una de las más famosas épicas militares de la historia de Texas.
La batalla estuvo plagada, entre sus combatientes, con nombres de personajes ilustres en la historia de la conquista del Oeste Americano. Hombres como David Crockett, trampero, cazador y explorador, aunque, en aquel momento, era diputado al congreso por Tenessee, James Bowie, audaz e intrépido aventurero y William Barret Travis comandante del fuerte que se gano un nombre en la historia por la heroica resistencia que supo oponer en las condiciones mas adversas y ante un enemigo con unas fuerzas infinitamente superiores tanto en numero como en efectivos.
Esto en el bando tejano, en cuanto al ejercito mexicano estaba mandado por el general Antonio López de Santa Ana. Más tarde incombustible presidente de México.
Para muchos americanos y la mayoría de los tejanos, esta batalla ha pasado a ser el mayor símbolo del sacrificio por la patria.
Con la batalla del Álamo, igual que con muchos otros hechos legendarios, el mito ha sobrepasado a la realidad y la leyenda ha oscurecido el histórico evento.
Para entender la realidad de la batalla tendremos que fijarnos primero en su estratégico contesto en la revolución de Texas.
A principios del siglo XVI, España reclamo por primera vez aquellos territorios para la Corona, después de que 15 familias españolas procedentes del archipiélago canario llegaran a colonizar la región. Desde entonces y hasta principios del siglo XIX, ciudades como San Antonio de Béjar, con cerca de 7.000 habitantes, son un ejemplo de en lo que se había convertido el territorio que aglutinaba no solo a descendientes de españoles, sino también a mexicanos y, sobre todo, a colonos americanos que en el año 1821 sumaban ya un numero considerable.
El principal impulsor de la inmigración anglosajona fue Stephen Austin. Su padre estuvo entre los primeros que a principios del siglo XIX solicitaron a los españoles un permiso especial para que 300 familias anglosajonas se asentaran en la región después de haber comprado grandes extensiones de tierra.
Tras la muerte de su padre, Stephen Austin continuó con el trabajo de su progenitor y solicito permiso, ya a los mexicanos, para que 1.000 familias más, también se instalaran en la región siguiendo el mismo procedimiento. En pocos años los colonos superaban en cinco a uno a los mexicanos. Y, además, muchos habían prosperado de manera notoria.
Y así, lenta pero constantemente, fueron llegando nuevos colonos alentados por la riqueza, y las principales ciudades fueron creciendo al abrigo de los intercambios comerciales con, la cada vez más evidente, americanización de la zona.
Fue entonces cuando los mexicanos empezaron a contemplar con preocupación ciertos movimientos y comenzó a surgir la creencia de que Estados Unidos estaba detrás de ciertas actuaciones encaminadas a la apropiación de Texas. Ciertamente no estaban equivocados, ya que bajo el gobierno del presidente Andrew Jackson, la nación americana se encontraba en continua expansión hacia el sur y el oeste.
La debilidad del gobierno mexicano, que hacia poco más de una docena de años se había independizado de España, permitió que los colonos no solo implantaran su forma de vida, sino que, además, diseñaran y aprobaran un sistema de autogobierno liberal.
Para cuando los mexicanos quisieron darse cuenta de su torpeza, las cosas ya habían llegado demasiado lejos y los “nuevos tejanos”, (No solo colonos americanos, sino también ingleses, escoceses, alemanes y de otras muchas partes del mundo, que también habían inmigrado a la región) no estaban dispuestos a dar marcha atrás.
La Declaración de Independencia de Texas se redacto en algo menos de dos semanas. El hombre que se iba a enfrentar a esta amenaza era Antonio López de Santa Ana y Pérez de Lebrón.
En 1835 el Ejercito Federal de Tejanos inmigrantes, americanos voluntarios y sus aliados tejanos, habían capturado el pueblo, a las fuerzas Centralistas, durante el asedio de Béjar. Tras aquella victoria muchos de los voluntarios tejanos del Ejercito del Pueblo, “Army of the people” dejaron el servicio activo y regresaron con sus familias. No obstante muchos oficiales del Gobierno Provisional temían que las fuerzas Centralistas efectuaran una contraofensiva en primavera.
Para llegar a Texas desde el interior de Méjico, había dos rutas principales. Una era la ruta de Atascosito que se extendía desde Matamoros en el Rió Grande, hacia el norte, pasando por San Patricio, Goliad, Victoria y finalmente moría en el corazón de la Colonia Austin. La segunda era la Vieja Ruta de San Antonio, este era el Camino Real que cruzaba Rió Grande por el Paso de Francia, (Cruce de San Antonio) y se extendía hacia el noroeste a través de San Antonio de Béjar, Bastrops, Nacodogches, San Agustín y a través del Rió Sabine, se adentraba en Luisiana.
Dos fuertes bloqueaban el paso hacia Texas: Presidio La Bahía, (Presidio de Nuestra Señora de Loreto) en Goliad y El Álamo en San Antonio. Cada uno de ellos funcionaba como un paso fronterizo, preparado para alertar a los asentamientos tejanos de cualquier avance enemigo.
La guarnición de San Antonio de Béjar, sin embargo, alejada de la mayoría de los asentamientos, sufría la escasez y falta de pertrechos y provisiones más básicas. Tales eran sus necesidades que, su comandante James Clinton Neill, envió un lúgubre mensaje al Gobierno Provisional: Si no somos reforzados pronto, en caso de ataque, seremos presa fácil para el enemigo.
A mediados de enero Sam Houston, comenzó a cuestionarse si era sensato seguir teniendo una guarnición en San Antonio, y el 17 remitió un informe al gobernador Henry Smith, advirtiéndole de que el Coronel James Bowie y su compañía de voluntarios habían abandonado San Antonio.
Luego pedía la autorización de Smith para volar el Álamo y abandonar el lugar, pero a éste pareció no gustarle la idea y la denegó.
Mientras tanto en el fuerte, Neill argumento con Bowie, la importancia que tenía el dejar el Camino Real desguarnecido y convenció a éste de que El Álamo era la única defensa que había entre el enemigo y los Anglo-asentamientos. El 2 de febrero era el propio Bowie quien escribía a Smith, diciendole que, él y Neill, habían resuelto morir en aquel agujero antes que abandonar el Puesto.
Poco mas tarde Neill, protestaba a Smith, que su necesidad de caballos era tanta que incluso no podía permitirse el mandar una pequeña compañía a espiar al enemigo.
Como resultado de ello, Smith envió al Coronel William B. Travis y su Legión de Caballería. Aunque la “Legión de Caballería” se componía de tan solo 30 hombres.
Algunos hombres más iban llegando al fuerte. El 8 de febrero llegaba David Crockett, con un grupo de voluntarios.
El 14 de febrero Neill, tiene que abandonar el fuerte, debido a la enfermedad de un miembro de su familia que lo necesita urgentemente. Deja en su lugar, al mando del fuerte, al Coronel Travis.
Es entonces cuando se enteran de que el General Santa Ana al mando de sus fuerzas Centralistas ha alcanzado el Rió Grande. Travis cree que Santa Ana no será capaz de alcanzar el fuerte hasta, por lo menos, el 15 de marzo. Pero Santa Ana consigue llegar al lugar el 23 de febrero.
Mientras los tejanos se reagrupaban en El Álamo, el General Travis despachaba una misiva urgente a la guarnición de la ciudad de Gonzáles. Tenemos a la vista una gran fuerza enemiga. Necesitamos urgentemente hombres y provisiones. Aquí tengo 150 hombres determinados a defender la guarnición hasta el final.
Tanto Travis como Bowie, comprendían que el Alamo no podría resistir sin nuevos refuerzos. Su suerte ahora dependía del Concejo General de San Felipe. De Fannin en Goliad y de otras fuerzas tejanas voluntarias que pudieran acudir en su ayuda.
Santa Ana manda un mensajero al Álamo, con la orden de que se rindan. Travis le responde con un cañonazo.
Con una respuesta tan contundente no cabe lugar a duda de cuales son las intenciones de los defensores del fuerte.
La artillería mejicana comienza entonces a disparar masivamente tratando de derribar las murallas del Álamo.
Santa Ana pensaba que, después de un intenso bombardeo y con las murallas derruidas, la guarnición no tendría otra opción que rendirse a la vista de tan absoluta desventaja.
Para los tejanos dentro del fuerte solo quedaba una esperanza, que los refuerzos fuesen capaces de romper el cerco.
El 24 de febrero Bowie cae enfermo y Travis toma el mando completo del fuerte.
El 5 de marzo, después de 12 días de asedio, el General Santa Ana, anuncia un asalto, para el día siguiente.
Esta declaración deja atónitos a los oficiales del ejército mejicano. Las murallas del fuerte se estaban desplomando, el enemigo no había recibido columna tejana de refuerzo alguna, los defensores del fuerte pronto se quedarían sin provisiones y entonces no tendrían otra alternativa más que rendirse. Solo había que esperar.
Estas debieran ser justificaciones más que suficientes, para no exponer a los infantes mejicanos a un ataque a pecho descubierto sobre una fortificación erizada de cañones.
Pero el obcecado Santa Ana, no lo vio así, y el domingo 6 de marzo a las 5 de la madrugada, las columnas mejicanas compuestas por 1.800 infantes avanzaron contra las derruidas murallas de El Álamo.
Cuando estuvieron al alcance de los cañones y rifles de los tejanos, estos abrieron fuego a discreción y una lluvia de disparos se abatió sobre la infantería mejicana.
Los soldados mejicanos caían como juncos azotados por el viento, no obstante se reagrupaban y seguían avanzando.
En medio de una lluvia de balas y fuego de cañones, las columnas mejicanas siguieron avanzando airosamente hacia la fortaleza. Habiendo alcanzado a la base de las paredes, los soldados, algunos de ellos estimulados por el valor y otros por la furia, entraron en los principales puntos donde el enemigo se había atrincherado y de donde provenía un fuego infernal. Detrás de estos llegaron nuevas oleadas, que se acercaron con furia a las puertas y a las ventanas, disparando indiscriminadamente contra amigos y enemigos y de esa manera las perdidas mejicanas aumentaron penosamente. Algunos soldados mexicanos consiguieron darle la vuelta a los cañones enemigos y comenzaron a disparar sobre los edificios, llevándose la vida de todo aquél que se encontraron por delante. Algunos fueron pisoteados hasta la muerte. La carnicería era horrible y el tumulto y el desorden tan espantosos que parecía que el infierno hubiera descendido sobre el lugar.
Curiosamente, la parte mas débil de la fortificación estaba siendo la mas difícil de asaltar. La doble empalizada con estacas afiladas situada junta a la iglesia estaba defendida por 4 cañones y por los mejores tiradores de David Crockett, que repelían asalto tras asalto. La mayoría de los defensores de El Álamo habían acudido a la batalla llevando sus propias armas, de las que la mas habitual era el rifle Kentucky, un arma genuinamente americana diseñada durante la época de las colonias.
William Barret Travis fue de los primeros en caer. Un oficial del ejército mexicano, José Enrique de la Peña, relata así su final: Habían reforzado las puertas y cavado en varios hoyos formando trincheras, las cuales, ahora, no les servían de mucho. No todos se refugiaron en ellas, algunos se quedaron a cuerpo descubierto, mirándonos antes de abrir fuego, como asombrados de nuestra valentía. Travis pareció dudar, pero no ante la muerte que el había escogido. Dio unos pasos hacia nosotros y se planto, y levantado su cara, nos miro orgullosamente y abrió fuego. Lucho como un valiente y al final murió vendiendo cara su vida, como el gran soldado que era. Ninguno de sus hombres murió más heroicamente, y todos murieron. Travis se portó como un héroe y en justicia lo fue, pues con un puñado de hombres indisciplinados y muy exiguos de provisiones y munición decidió hacer frente a todo un ejército muy superior, tanto en número como en avituallamiento.
Bowie, según un testimonio, no pudo participar activamente en el combate debido a su enfermedad, no murió peleando con su famoso cuchillo en la mano. Espero recostado sobre su cama con las pistolas cargadas que David Crockett le había dado el día anterior para que se defendiera. Cuando los mexicanos entraron en el aposento, Bowie disparo matando a dos soldados, mientras era atravesado de muerte por las bayonetas. Candelaria una mujer mexicana que cuidaba de Bowie en aquel momento, declaro que éste, antes de morir, todavía tuvo tiempo de matar con su cuchillo a otro soldado mexicano.
Sobre la muerte de David Crockett, hay diferentes versiones:
Obviando el estruendo de la furiosa batalla que se estaba librando a sus espaldas, él y sus hombres seguían concentrados en la defensa de la empalizada, hasta que una bala de cañón destrozo el muro que unía las barracas y el hospital y por el hueco, la infantería mexicana empezó a entrar a raudales. Uno de los cuatro cañones de Crockett se giro y disparo a quemarropa sobre aquella masa humana mandada por el coronel Juan Morales. El primer asalto fue repelido y la infantería mexicana retrocedió buscando refugio, pero pronto, animados por los oficiales, se lanzaron de nuevo a la carga con renovados bríos. Ante aquella avalancha, los hombres de Crockett, se retiraron hasta la puerta de roble de la iglesia. Desde allí los voluntarios de Tennessee abrieron fuego, pero pronto fueron arrollados y la lucha cuerpo a cuerpo se estableció hasta que el último cayó.
Dicen que Crockett, antes de caer, lucho como un león dando culatazos a diestro y siniestro a pasar de sufrir numerosas heridas de bala y bayoneta.
Esta es la versión preferida por los tejanos, pero hay otras más por parte de los mexicanos en las que dicen que fue capturado con vida junto con varios defensores más y que fueron torturados y al final, fusilados o ensartados por las bayonetas.
Oficialmente la versión mas extendida es la que sigue:
Al final, solo siete hombres sobrevivieron a la carnicería, y bajo la protección del General Castrillón, fueron conducidos ante Santa Ana, entre ellos había uno de gran estatura y porte, en cuyo rostro se dibujaba la impronta de la adversidad, pero también una gran resignación y nobleza, algo que habla mucho en su honor. Era el naturalista David Crocktt, un hombre muy conocido en Norte América por lo inusual de sus aventuras como explorador y cazador de pieles.
Santa Ana respondió a la defensa que Castrillón hizo sobre Crockett, con un gesto de indignación y dirigiéndose a los zapadores, las tropas mas allegadas a él, ordeno su ejecución. La mayoría de los comandantes y oficiales mexicanos no estaban en absoluto de acuerdo con aquello y esperaban que no se llevara acabo una vez se hubiesen calmado los ánimos.
Pero unos pocos oficiales, “palmeros” del General, para complacer a éste, se lanzaron sobre los indefensos prisioneros espada en mano, como los tigres sobre su presa, consiguiendo, de este modo, notoriedad por haber perpetrado la mas grande infamia y crueldad que cualquier soldado pueda cometer.
Y aunque aquellos desafortunados fueron torturados antes de ser asesinados, supieron morir sin una queja y sin humillarse jamás ante sus torturadores.
Al final de la batalla los soldados mexicanos enterraron a sus camaradas caídos, pero Santa Ana ordeno que, los cadáveres de los defensores fueran quemados. Los cadáveres fueron apilados en tres montones a los que se les añadió leña y se les prendió fuego, estuvieron ardiendo durante dos días seguidos y el hedor de la carne quemada llegaba hasta el mismo pueblo.
Los mexicanos ganaron aquella batalla tan costosa para ellos, pero no la guerra y Sam Houston acabó dándoles la puntilla en la batalla de San Jacinto, al grito de, ¡Recordad El Álamo! ¡Recordad Goliad!
Finalmente Samuel Houston se convirtió en el primer presidente de la nueva republica de Texas, en 1836. Volvió a ser reelegido en 1841. Cuatro años más tarde fue nombrado senador por Texas tras la anexión del territorio a Estados Unidos.
Él apoyó, por cierto, las primeras escaramuzas de la guerra y la invasión de México por parte de los Estados Unidos, con la que estos últimos no sólo se anexionaron Texas, sino grandes territorios pertenecientes a México.
De esta forma México un país soberano, fue despojado de lo que hoy es Nevada, Arizona, Utah y California. Pero esa es otra historia.
Y en cuanto a la batalla de El Álamo, aun hoy sigue siendo, para muchos, el símbolo de la lucha por la libertad.
Pero es que, incluso, la libertad es subjetiva, dependiendo del lado en que se la mire, Sam Houston, al igual que todos aquéllos hombres pelaron y murieron por la libertad de Texas. Pelearon para que Texas se independizara de México, pero a nadie le importó la libertad de Texas, nueve años mas tarde, cuando Texas, pasó a formar parte de los Estados Unidos de América.
Nota de autor:
Texas: es el segundo mayor estado de los Estados Unidos de América tanto en territorio como en población, abarca 696,200 km² y posee una creciente población de 24,3 millones de personas.
Sobre esta historia hay, además de infinidad de libros, varias películas. De las cuales, para mi, la mejor sigue siendo la interpretada por John Wayne, en el papel de Crockett y Richard Wirdmark, como Bowie.
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